(20/07/2016) El libro cuenta con 160 páginas, estructuradas en cinco capítulos, a lo largo de los que se analiza la historia y el devenir de la pequeña línea de vía estrecha de apenas veintidós kilómetros, construida por la Compañía del Norte a finales del siglo XIX entre la localidad zaragozana de Tarazona y la navarra de Tudela.

El volumen está profusamente ilustrado con fotografías históricas, planos, esquemas, mapas y reproducciones de documentos de la época que, junto con un buen número de cuadros de datos, completan la información recogida en en el texto.

Cinco capítulos

El primer capítulo está dedicado a la historia del tren conocido popularmente como “El Tarazonica”, que partía de la estación navarra de Tudela –en la línea del valle del Ebro de Zaragoza a Alsasua, Pamplona y Logroño, perteneciente también a la Compañía del Norte– y recorría el valle del rio Queiles, con parada en cuatro poblaciones –Murchante, Cascante, Tulebras y Malón–, hasta llegar al municipio zaragozano de Tarazona.

Además de los detalles nacimiento del proyecto, la construcción, inauguración y puesta en servicio de la línea –que tuvo lugar en 1886– en este capítulo se recogen otros aspectos interesantes, como algunos proyectos para prolongar el ferrocarril más allá de Tarazona –usos turísticos en el macizo del Moncayo o conexión a Borja y Calatayud– que no llegaron a ver la luz , o la principal mejora desarrollada en la línea, que fue su adaptación al ancho ibérico a mediados del siglo XX, integrada en la red de Renfe (1952), que la mantuvo con servicios regulares de viajeros hasta el año 1972. A partir de entonces se realizaban trenes ocasionales de mercancías, hasta su cierre definitivo en 1985 y el levante de las vías en la década de los 90, y la actualidad el trazado se ha convertido en una cuidada vía verde.

Trazado

El capítulo segundo se centra la descripción del trazado e instalaciones de la línea Tudela-Tarazona, tanto en su etapa de vía estrecha como ya en la de ancho ibérico. Así, se describen las estaciones de viajeros –Murchante, Cascante, Tulebras y Malón, además de las dos de cabecera– en ambas etapas, y las instalaciones para mercancías.

El capítulo tercero repasa el material motor y móvil que prestó servicio en la línea a lo largo de su historia, mientras que, el cuarto titulado “La Azucarera de Tudela y las locomotoras de Ainsa” se analiza la relación de la línea con la factoría de azúcar de la localidad navarra, en la que el transporte de sus productos por ferrocarril era fundamental. La fábrica utilizaba sus propias locomotoras, no solo para el movimiento de los vagones en el interior de sus apartaderos, sino también para circular hasta las estaciones próximas. Así, con la llegada de Ainsa (Agrícola Industrial Navarra, S.A.) para ocuparse de la azucarera, en 1916, y con la ampliación de las actividades de ésta, contrató un parque de vagones para uso particular –vía convencional y vía estrecha –, para no tener que verse afectada por el problema de la falta de material de transporte. Posteriormente adquirió también material de tracción vapor a la compañía estadounidense Baldwin, locomotoras que también se describen con profusión en este capítulo.

En el capítulo quinto se analiza el modelo de explotación y organización de la línea, tanto en su época de la Compañía del Norte, como, posteriormente, tras su integración en Renfe. Cargas, itinerarios, precios y servicios a lo largo de la historia del Tarazonica quedan recogidos en este último apartado, a continuación del que se sitía un epílogo, dedicado a la actual vía verde, y una página en la que se recoge la bibliografía utilizada.